lunes, 20 de septiembre de 2010

El Café. 2ª Parte

El café es el broche final de una comida o cena que muchas veces no se le da importancia por el restaurador y en mi humilde opinión es más que un mero actor invitado. Una excelente comida con un mal café te hace salir del establecimiento con una mueca en la cara porque el último sabor que sientes, es justamente el del café. Claro que hablamos en el caso de las personas que bebamos un café solo y en diferente escalón, un café cortado.

Además servir un buen café no es un acto que solo implique la calidad de su grano, sino también el grosor y lo reciente de su molienda y el arte de la persona que hace ese café. Este punto a su vez, depende tanto de su técnica como de la limpieza y calidad de la cafetera. Siempre pongo el ejemplo cuando hablamos del grano de café y su simbiosis con la cafetera con el ejemplo de un amplificador de música y sus altavoces. Si el amplificador es muy bueno y las cajas acústicas no, o viceversa, nos dará en ambos casos una falta de calidad en la música que escuchemos. Lo mismo pasa con el grano del café y la cafetera.

Los italianos, al igual que los portugueses, son grandes amantes del café y fueron los inventores del café espresso. Pero los mayores consumidores de café en el mundo son los nórdicos.

Fue un italiano quien me enseñó los secretos de “tirar” un buen café y el detalle más visible que recuerdo, es “la cola de ratón”. El café cuando salga de la maquina hacia la tacita debe hacerlo de forma continuada y con un fino hilo de líquido, es lo que llaman “la cola de ratón”. O sea que cuando veáis que sale el café a borbotones y de forma discontinua, ya podréis a firmar que no vais a beber un buen café bien porque revela un molido y/o una dosis de café incorrectas o falta de limpieza de la cafetera.

Una curiosidad es que la palabra “café” está formada por las letras de las propiedades que debe tener un buen café: C – Caliente, A – Amargo, F – Fuerte, E – Escaso. Obviamente hablando de una forma purista o teórica, ya que después cada uno tiene sus gustos y puede pedir un “café descafeinado de máquina, con leche templada desnatada, en taza de desayuno y con sacarina” o “un café largo sin llegar a americano, en vaso ancho y bajo, lleno de cubitos de hielo y rodaja de limón”. Pero en estos casos, puedo afirmar que cafeteros, cafeteros… no lo son.

Lo cierto que el café y su servicio es todo un arte y disfrutarlo se debe de hacer sin prisas. Como ya he anticipado antes, el origen del grano, su tamaño (cuanto más grande, mas azúcar aportará al café),su tueste, el calibre del molinillo, la destreza del camarero, su presentación son todos factores que influyen en ese sorbo del consumidor. Se puede resumir que para tomar un buen café se necesita que se de con armonía las cuatro “M”: Mezcla, Molienda, Máquina y Mano.

Sin entrar en el mundo del barista, esas personas ya no profesionales sino magos, expertos en bebidas cuya base es el café y en sus presentaciones artísticas jugando con la espuma o lo que se les ocurra. A veces, son creaciones tan espectaculares que en vez de tomarlo, te dan ganas de llevártelo a casa y ponerlo de decoración en el salón. ¿Que exagero? Pues ver estas creaciones y me decís.


















No hay comentarios:

Publicar un comentario