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lunes, 28 de julio de 2014

Muñagorri Gastrobar y un cumpleaños, jugada perfecta


Nos vamos a Madrid para la celebración del cumpleaños de Juan Manuel y como es mas clásico que las películas en blanco y negro ya nos tenía preparado la ruta.









Tomamos un aperitivo en El Cantábrico, casi 70 años mimando la caña de cerveza y el marisco... cañitas, gambas y patatas fritas, el pack clásico 











Después nos fuimos a la acera de enfrente para degustar la cocina de Muñagorri en una de sus dos mesas de la zona de barra. Fue todo un espectáculo pero quiero hacer incapié en dos platos:


Huevo en Nido, es un plato originalísimo, sabroso y espectacularmente presentado. La base se hace con una base crujiente de rúcula frita, pasta brick, pasta kataifi, tortillitas de maiz cortadas en juliana y fritas y yuca frita. El relleno es una farsa con jugo de carne, nata, hongos, trocitos de foie y paté de trufa a la que se incorpora una yema atemperada de  gallina que se cubre con una falsa cáscara de huevo, elaborada con manitol (un edulcorante)

Después un chuletón, que la foto habla por él...





Y acabamos tomando unas copas en Duke, un lugar pequeño, divertido, canalla, entrañable, con excelente música de jazz y blues y donde las copas están servidas, no como Dios manda, sino como nos gustan a nosotros... parándole al barman con una señal de satisfacción.




Gracias en nombre de todos, Juan Manuel... si quieres cumplir el próximo mes otra vez años... cuenta con nosotros!!!

lunes, 10 de marzo de 2014

La Monteria, un comodín gastronómico



Después de disfrutar de la barra del Muñagorri nos vamos a esa perla gastronómica del Barrio del Retiro, La Montería, un local con 50 años de brillante trayectoria que ya hemos subido anteriormente. Los habrá mas mediáticos, mas lujosos, mas famosos pero su trio formado por la honestidad de su RCP, la calidad de su producto y su servicio atento es dificilmente superable. Y no lo dice ninguna guia, ni ningun articulo firmado por algún guru sino su fiel clientela que lo llena de noche y dia.

Nos pusimos en sus manos, para hacer un mix entre algún nuevo plato y otros consagrados tal como recomendó el primo Oscar, que se vino desde Lanzarote para ver al glorioso Atleti, pero antes disfrutar de este restaurante. Este fue el resultado:


Como novedad, Risotto con Cocochas de Bacalao, Tomates Cherries Secos y Albahaca. Un plato meloso con tres sabores distintos pero armonizados en su conjunto: la sutileza de la cococha (evidentemente no tan regia como la de la merluza), la frescura de la albahaca y la salinidad del tomate seco. Como los mosquteros, "Todos para uno, uno para todos".


Después un plato mas clásico y exitoso que las peliculas de John Ford, los callos a la madrileña. En los platos de entrañas, o casquería la limpieza es primordial y estos callos son inmaculados y además cocidos con maestría. La salsa que los abraza tienen el punto perfecto de especiados y picante y la gelatinosidad hace que cuando utiizas la servilleta para limpiarte, ésta se pega a los labios como una enamorada. Posiblemente uno de los mejores callos de la Capital.



Continuamos el homenaje con una carrilera de jabalí, ya que éste restaurante lleva especializado en la caza desde sus origenes. Realizado como un estofado clásico con cocción muy muy lenta, con las carrilleras bien limpias acompañadas en su elaboración por zanahorias, chalotas, pimienta negra, unas nueces de mantequilla, bouquet garnier y un golpe de oloroso, entre otros ingredientes. El resultado es una textura casi lujuriosa y un sabor memorable.



Rematamos con un bocadito dulce, un buñuelo relleno de chocolate amargo. Por sabor y cantidad, el perfecto paso del salado al dulce en nuestro paladar.









Regamos el evento con un vino de una pequeñísima bodega de la DO Bierzo, Altos de Losada, un magnífico mencía monovarietal que subiremos en CATA próximamente.




Si añadimos que todo ello tuvo una excelente Relación/Precio/Calidad, afirmamos como su fiel clientela, que este restaurante mas que una baza ganadora es todo un comodín.

sábado, 11 de mayo de 2013

Sacha Botillería y Fogón, una cocina de creatividad y sabor… qué personaje


Cuando un restaurante lleva el nombre de su propietario suele indicar que estamos ante una persona fuera de lo común. Por poner unos ejemplos Solla,  Pedro Roca, Casa Gerardo, Martin Berasategui, D’Berto, Muñagorri o la persona de cuyo restaurante subimos este post, Sacha. Son lugares que además de disfrutar de su cocina, hay un deseo de compartir y gozar un momento, una conversación con el propietario porque no suele ser una persona normal sino todo un personaje.

Nos llamó nuestro amigo Alberto para que le acompañásemos a cenar allí y es como decirle a un niño que lo llevas a Toys’R’Us… se nos abrieron los ojos y dijimos rápidamente que sí.


El restaurante no es muy grande, con aires de antiguo bistrot francés que gana espacio en la temporada del buen tiempo gracias a una tranquilísima terraza, cuyas mesas son reservadas con increíble antelación.



Los colores azul y blanco dominan la sala, una sala con paredes repletas de fotos, de historias que han surgido en los más de 40 años que lleva cuidando a una fiel clientela. Las mesas amplias, con buen menaje y decoradas con gusto. La iluminación tenue sirve tanto para una cena romántica como para una de trabajo. 


El servicio fue atento en los detalles pero sin estar muy encima, sobrio pero sin ser antipático, hablador lo justo para no pecar de parlanchín… es decir, profesionales de la vieja escuela. La bodega no es muy extensa, con mayoría de las dos denominaciones más clásicas (Duero y Rioja) pero está cuidada. 





Nos inclinamos por un Rioja un tanto diferente, Predicador, todo un homenaje de su creador, Benjamín Romeo, a Clint Eastwood y del cual ya hemos subido en cata en este pequeño rincón epicúreo.




Cuando a la mesa llegó Sacha Hormaechea, ni habíamos abierto las cartas de la oferta culinaria porque estábamos más entregados que las fuerzas  de General Nassau en la rendición de Breda.

Así que él eligió por nosotros, sabiendo que ni teníamos alergias ni fobias a alimento alguno excepto cierta apatía a la lengua de ternera, manjar exquisito en esta casa. A continuación os presentamos el menú con el cual nos embelesaron:
 



Empanadillas de Huevas de Salmón Salvaje, un bocado de explosivo sabor como señal prometedora del evento culinario que estábamos empezando a disfrutar.








Falsa Lasaña de Erizo de Mar que se atempera con un fondo de changurro para aportarle un sutil dulzor, era una mezcla que te sorprendía por igual, tanto su potencia de sabor como la elegancia, la finura de la masa que la abrazaba y el relleno que escondía.





Cecina de Caballo, por cuyo sabor nos saltaron las lágrimas como a Boabdil cuando entregó las llaves de Granada a los Reyes Católicos. Lógicamente nosotros fue por placer, que no perdimos nada… posiblemente es la cecina más deliciosa que hayamos probado nunca.






Apareció en la mesa uno de nuestros vegetales favoritos junto al espárrago y la alcachofa, las corujas. Frescas, deliciosamente tiernas y magistralmente aliñadas con aceite, limón, azúcar y pimienta y cuyo plato estaba untado con ajo para aportar tenuemente su potente sabor. Como apunte, la coruja o pamplina (Montia Fontana) es una hierba de pequeño tamaño que se da en zonas altas de montaña, en arroyos donde el agua es cristalina y fluye con alegría. 

 

El siguiente plato tenía el alma de su creador porque era un plato de lo más original y cachondo: Tortilla Vaga de Criadillas de Tierra. Una tortilla que solo se hacía al fuego por un lado y que venía se acompañada, además del hongo,  de aceite royal, cebollino y pimienta. Plato divertido, singular y sabroso.







Rematamos la faena con un Steak Tartar, famoso en el coso gastronómico madrileño, de excelente carne y punto de preparación.







Estábamos llenos y no pudimos con el postre, muy a pesar nuestro… por seguir con los parangones militares, algo así como el Mariscal Rommel que disfrutó de los triunfos en el norte africano pero se quedó sin tomar El Alamein.

Salimos del local muy satisfechos, tanto por la originalidad y presentación  de los platos, como por la calidad de la materia prima y por tener el placer de disfrutar de una amena charla al final de la cena con el alma mater de este templo gastronómico, Sacha Hormaechea. Y es que esa retranca que sus raíces gallegas le han concedido, aporta momentos gloriosos durante la conversación. Saliendo por el zaguán, nos vino a la mente el General MacArthur cuando exclamó “Me voy… ¡¡pero volveré!!”

 

Precio 45-60€, correcta RCP.



Juan Hurtado de Mendoza 11
28020 Madrid
91.345.59.52