sábado, 8 de octubre de 2011

Alma de Mar, una joya numerada



Nos hemos hecho con tres de las 1.000 botellas de este albariño sobre lías que la bodega Albamar elabora cada año, Alma de Mar, y rápidamente hemos reunido a unos amigos para abrirlas y compartir tan escaso bien con ellos.

La primera botella tiene como compañera de cata un vino mencía de la Denominación de Origen Ribeira Sacra, Fusco, que en gallego significa “al anochecer”. Los dos vinos son el fruto del trabajo del enólogo Xurxo Alba y la cata del vino tinto la subiremos otro día.

Es un vino que se elabora con cepas de una parcela que está en la desembocadura del Río Umía con la Ría de Arosa. Es una parcela con bajo rendimiento, unos 6.000 kilos la hectárea cuando lo normal de esta zona es que supere los 10.000k/ha.

La característica principal en la elaboración de este vino, es que lo dejan reposar sobre sus lías durante casi seis meses. Las lías son las levaduras muertas depositadas tras la fermentación alcohólica. Lo que se intenta con este proceso es darle al vino complejidad, untuosidad y estabilidad a los vinos gracias a las aportaciones que hacen las levaduras al romperse su pared celular.

Para ello se debe de realizar “batonnage”, que significa remover el vino con las lías para que éstas últimas estén en suspensión y así obtengan una aireación adicional. En este caso, durante los tres primeros meses se realiza el “batonnage” diariamente y en el resto cada semana o diez días.


CATA

Botella de estilo borgoña de vidrio grueso con color verduzco y vestida con alegre etiqueta a franjas finas en colores blanco y azul.

Visual: Amarillo limón, cristalino, brillante. Con lágrima lenta y espesa

Nariz: Un vino con entrada muy elegante y fresca. Salen notas cítricas (limón, lima), balsámicos (laurel), pastelería (brioche), fruta blanca (pera) y cierto toque dulce de vainilla. salinidad

Boca: Ataque untuoso, aterciopelado, sutil, con perfecta acidez y estructura. Son las notas cítricas y las frutales las que predominan. Su final es de medio-largo recorrido dejándote la boca tapizada con esa untuosidad y un sabor final muy fresco.




Desde luego que en cata a ciegas nunca podríamos afirmar que es un albariño de las Rías Baixas.

Un vino que armoniza con mariscos, pescados y también con quesos frescos de cabra, emmental, etc.

El único pero que encontramos… que solo hay 1.000, no, 997 botellas.

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