Nos reunimos con Juliana y
Oscar en el Restaurante Laredo para celebrar su vuelta a España y como son dos personas
que disfrutan de vinos poderosos, Miguel nos trajo María de Alonso del Yerro. Esta
es una bodega reciente ya que fue en el 2002 cuando el matrimonio, formado por María
del Yerro y Javier Alonso, decide dedicar su vida al fascinante mundo del vino.
Empezaron la casa por los cimientos, sin prisas pero sin pausas. Como primera
medida fue contratar los servicios del francés Stephane Derenoncourt, uno de
los mejores consultores de vino que hay en el mundo. Con él decidieron donde
comprar los terrenos y una vez adquiridas 26 hectáreas en cuatro parcelas cerca de la burgalesa villa de Roa,
construyeron la bodega. Pero Stephane fue más allá y dividió las parcelas en 26
partes para hacer microvendimias y así conocer al detalle cada trozo de tierra.
En 2003, recibió su primera vendimia. Más adelante Alonso del Yerro fichó a dos
cracks Jordi Solá (que trabajó con Álvaro Palacios) y Lionel Gourgue (un
entendido del terroir de Burdeos y con experiencias en Argentina, California y
Nueva Zelanda) e incorporaron a su hijo Miguel.
María es su buque insignia.
Las uvas proceden de las parcelas Circo y Violeta, todos los viñedos de esta
bodega son de tempranillo y en este caso fueron plantados en espaldera en 1989.
Ambas parcelas tienen diferentes tipos de suelo, aportando una finura y la otra
estructura al vino. El rendimiento del viñedo solamente es de 3.500 kg/Ha.
La elaboración se realiza por
separado en depósitos de madera de 60 hectolitros Una vez realizada la primera
fermentación se introduce en barricas bordelesas nuevas de roble francés donde
se produce la fermentación maloláctica para continuar con la crianza durante 18
meses. Es un vino que no se filtra y de esta añada se embotellaron 6.500
unidades y 100 magnums.
CATA
Botella bordelesa vestida de
forma minimalista, pura sencillez. Volumen Alcohólico 15%. Corcho 8,5
Visual: Picota con borde
granate, de capa alta y elegante lágrima que se aferra al cristal en su bajada.
Nariz: Golosa, intensa,
potente, cautivadora. Notas de frutos negros maduros (frambuesas, moras), flores
azules, tostados, vainilla, chocolate de licor, toffee, balsámicos, tinta china...
todo ello con una omnipresencia mineral.
Boca: Entrada musculosa pero
elegante, compleja pero golosa y sobretodo muy equilibrada. Estamos ante un
vino de 15% donde no hay una arista de alcohol, que posee una buena acidez y
unos taninos presentes pero amables. Las frutas maduras, como de compota siguen
presentes, al igual que las notas florales, los balsámicos y las notas minerales.
Su final es como el horizonte en el mar, casi infinito.
Este vino por el impecable
trabajo que transmite, por las sensaciones que te hace sentir, por el momento
que te hace disfrutar… te hace soltar una exclamación “Madre de Dios, María... qué
vinazo!” (Precio, sobre los 50€,
correcta RCP)